sábado, 4 de diciembre de 2004

Trash, villano a recuperar

1986. La serie de Firestorm. Número 54.
Steve Brockman, guitarrista rockero (o algo así) hace una prueba para entrar en un grupo. Es rechazado. Steve se va, pero un pensamiento cruza su mente...

"Les enseñaré. Se arrepentirán de haberse reído de mi música. Se arrepentirán MUCHO".

El bueno de Steve hace lo que todos los rechazados: se construye una especie de Super Guitarra Jevi, se pone un nombre chulo (Trash, ¿lo cogéis?) y se lanza a su nueva vida de rockero irrumpiendo en el escenario durante un concierto de unos tipos que pasaban por allí con las siguientes pintas:



Atentos a esa camiseta imperio por un lado y con hombreras por el otro. El negro y el púrpura siempre combinan. Atentos a esas botas con uñitas. Atentos a esa caenita en er borsillo. Y sobre todo, por favor, atentos a ese hallazgo que es esa especie de caperuza con alas de murciélago, que permite al portador exhibir un mechón de pelo... Extraordinario. En fin. El caso es que sus guitarrazos crean una especie de ondas sónicas, que le permiten hacer sangrar los oídos de los espectadores (¡mira! Igualito que Enrique Iglesias!), volar, y... no se sabe qué más, porque Firestorm le da para el pelo. Con toda la razón del mundo.

Yo viví en los 80, y juro que si llega a aparecer un tipo con esas pintas en mi pueblo, lo tiramos al pilón. Pero fijo.

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